¿Por qué la improvisación como parte de La Acción de lo Contínuo?
Improvisación en La Acción de lo Continuo
En nuestra propuesta pedagógica integramos diversas prácticas de improvisación porque creemos que aportan profundamente al desarrollo creativo y humano.
La improvisación nos permite habitar el instante, jugar, relacionarnos con la incertidumbre y descubrir rutas de exploración propias. Nos abre a la escucha de nuestra sensibilidad y al reconocimiento de nuestra particularidad, guiándonos también hacia el encuentro con el otro y con todo lo vivo.
La improvisación como herramienta pedagógica
Tanto en las clases como en las sesiones especiales entendemos la improvisación como una herramienta que enriquece el recurso creativo y fortalece la atención, la escucha, la empatía y el devenir de nuestra imaginación. Por ello, la exploración y el juego nos ayudan a renovar la técnica y la repetición del gesto, así como a abrirnos a soluciones inesperadas que amplían nuestro repertorio de experiencias y movimiento.
Además, la práctica promueve nuevos discursos y nos invita a habitar nuestro arte desde lugares distintos cada vez, superando patrones habituales y abriendo caminos hacia lo inesperado, alimentando así nuestro entusiasmo por lo que hacemos. Fomenta la observación activa, la atención plena, la creación inmediata y el estar presentes; cualidades que nutren no solo nuestro quehacer artístico, sino también nuestra forma de vivir el día a día.
Improvisación, creación y entorno
La improvisación habilita la capacidad de composición y nos permite abordar los ejercicios técnicos desde otro lugar: explorarlos, transformarlos y valorar la práctica incluso antes de alcanzar un resultado final. También nos invita a dialogar con el cuerpo colectivo: escuchamos a quienes nos rodean, nos dejamos influir y, al mismo tiempo, ofrecemos algo al grupo. Este intercambio nutre nuestro trabajo técnico y humano, volviéndonos más sensibles, presentes y atentos.
Nos recuerda que, al final, todo en la vida puede ser un juego: caminar por la calle, cocinar, escuchar a alguien, esquivar cuerpos en el transporte público, bailar con los audífonos puestos mientras atravesamos la ciudad. Aunque no lo llamemos arte, todo el tiempo estamos creando y componiendo algo con nuestro entorno.
Más allá de lo utilitario
Preguntarnos: “¿Qué nos permite estar aquí, ahora?” nos mantiene presentes, aun aceptando los puntos de fuga en nuestra atención. La improvisación no exige un objetivo dramático ni respuestas cerradas; abre un diálogo infinito entre el cuerpo, el espacio, los otros cuerpos, la música —o el silencio—, el tiempo, nuestra respiración, pensamientos y el instante.
Formación de artistas y seres humanos
Este enfoque cultiva artistas permeables y conscientes, capaces de escuchar, renovarse y transformar lo técnico a través de lo sensible. No tememos al error, porque comprendemos que todo es material creativo.
Promover la improvisación en los espacios artísticos y de formación escénica siembra la curiosidad, la adaptabilidad y el diálogo genuino entre cuerpos, tiempos y espacios. Nos permite formar artistas más libres y creativos a la vez de seres humanos más empáticos y sensibles.